Los fósiles encontrados tienen una antigüedad de sesenta y siete mil años, durante el Pleistoceno tardío, y suponen el mayor hito en el conocimiento de la especie humana jamás hallado en el sudeste asiático.

Se han desenterrado 13 huesos y dientes que, según sus descubridores, pertenecen a un nuevo miembro de nuestro propio género al que han bautizado Homo Luzonensis y que vivió hace al menos 67.000 años en la isla de Luzón.

Pero los restos hallados no solo eran humanos. Las excavaciones en torno a la cueva del Callao (la zona donde se ha producido el descubrimiento) sugieren que la presencia de un rinoceronte y también herramientas de piedra, con una antigüedad de unos setenta mil años. 

Todos estos homininos son una familia variopinta de primates unidos por lazos de parentesco más recientes que con los otros homínidos vivos, como los chimpancés o los bonobos. Cada uno representó un experimento evolutivo más o menos exitoso. Todos se han extinguido menos uno, el Homo sapiens, quien cada vez que encuentra un nuevo pariente se pregunta por qué ellos desaparecieron y nosotros no.